Uno de los retos más importantes en términos sanitarios es la globalización. Muchas de las enfermedades que nos acompañarán (y que de hecho están ya con nosotros) no entienden de fronteras, como se ha venido demostrando desde 2003 con la aparición de nuevas infecciones (SRAS, diversas gripes de origen animal, coronavirus, ébola…) que viajan fácilmente entre países gracias a los movimientos de población y que generan una gran alarma entre la población. Esta internacionalizacióndebería significar y significará con el tiempo, un replanteamiento de la gobernanza mundial, al poner de manifiesto que ningún país ni está aislado por ejemplo de estas infecciones por muy alto que sea su PIB, ni por sí solo será capaz de atajar estas nuevas amenazas transfronterizas.
Y en estas se incluyen los ataques terroristas a media y gran escala, y la guerra biológica, radiológica y química. España, por su historia y situación geográfica es vulnerable a la existencia de desastres naturales, y a la extensión por vecindad de pandemias. En este sentido hay que aplaudir iniciativas como ser uno de los primeros países que ha desarrollado un Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, o el Plan Estratégico de Seguridad Vial, aunque precisen de revisión y mejoras.